miércoles, febrero 27, 2013

Un recuerdo para Kira


Un día como hoy, ya hace dos meses, ocurrió un hecho que resultó muy duro para mí.

Mi perrita Kira, una Beagle de siete años nos dejó, dejando un hueco difícil de cubrir realmente. Para quien no me conoce, adoró a los animales, especialmente a los perros, soy de los que no los consideran una simple mascota, para mí, son uno más de la familia, y cuando los tengo a mi cuidado, los protejo, los cuido y los quiero como uno más. Hay personas que no lo entienden, el que puedas tener ese cariño especial, el tratarlos como si fuese uno más, el que no lo comprende, nunca ha disfrutado de la compañía de un perro como compañero en tu casa, dan tanto cariño, tanto amor, sin pedir nada más a cambio que se lo devuelvas.

He tenido varios perros, tres, una perrita llamada Laica, mi queridísimo Rocky, que estuvo con nosotros nada más y nada menos que diecisiete años, y que prácticamente creció conmigo y con mi hermana, por lo que fue muy especial para nosotros, aunque tenía un carácter un poco huraño, en especial con los extraños, pero le queríamos igual.
 

Cuando murió, por un tumor, fue un golpe durísimo, el tener que llevarlo de urgencias al veterinario, por que se nos iba, y ver cómo le ponían la inyección, y ver como se dormía, me dejó tocado y tarde mucho tiempo en superarlo.

Después de esto, no quise tener un perro de nuevo, por el momento, para no volver a sufrir, estaba demasiado reciente, y tarde unos años en volver a tener uno, hasta que llegó Kira.

Kira era una perra que llegó a nuestra casa casi de casualidad, la tenía una prima de mi madre, y no la podían tener, por lo que nos la trajeron. Al principio me resistí, aún con el tiempo pasado, el dolor aún seguía como un eco, pero finalmente acepté. Y desde un primer instante vi que Kira era una perra especial, era buena, como ella sola, no ladraba más que para que la sacases a pasear, era mimosa y juguetona, nunca te gruñía, no hacia sus necesidades en casa, sólo en el balcón, y si la puerta estaba cerrada, esperaba a que le abrieses.

Le gustaba buscar nuestro contacto, solía dormir habitualmente en mi cama, en los pies de la misma o incluso a veces me despertaba y estaba tumbada con la cabeza en la almohada como si fuese una persona. Nunca olvidaré algunas de las veces que se te tumbaba encima del pecho, y apoyaba su cabeza en mi brazo, y así se quedaba dormida.

A pesar de que me cuesta, cuando me quedaba solo en casa, yo la sacaba, y nunca me dio un problema. Pero la felicidad a veces no dura siempre, y le descubrieron por casualidad un tumor que tenía. A pesar de que era una operación cara, por ella, lo dimos todos y la operamos, aparentemente se recuperó bien, pero a los pocos meses, se le reprodujo y esta vez era difícilmente operable. Fue un golpe muy duro de nuevo, las lágrimas que derramamos al saber que era cuestión de meses, de un año, igual dos, pero tenía fecha de caducidad.

Pero el día a día te va haciendo olvidar, aparentemente estaba bien, no parecía que estuviese mal, era la de siempre.

Hasta Junio, cuando llevaba unos días sin comer y la llevamos al veterinario, y le diagnosticaron una anemia terrible y que le estaba comenzando a fallar todo.

Le dieron una semana de vida, y casi me derrumbó del todo, pero no me rendí, le dimos un medicamento que le podía ayudar, le dimos de comer cinco veces al día para que tuviese fuerzas, y para sorpresa de los propios veterinarios, que no se explicaban cómo, aguantó, y aguantó, hasta diciembre, lucho con uñas y dientes, como una campeona, hasta que no pudo más.

Un día dejo de comer, y solo se tumbaba, se bajaba para ir a hacer sus necesidades, era tan buena, que ni estando mala era capaz de hacérselo en el sofá o la cama.

Poco a poco vimos que se iba apagando, lo intentamos todos, pero no había forma, y nuestra querida Kira, en plena navidades, se bajó del sofá, se tumbó al lado de la estufa, y al rato, expiró.

Dejándonos con una pena y un dolor en el corazón desgarrador, no pude ver como se la llevaban, era demasiado doloroso y lloré y lloré durante todo el día, y estuve unas semanas medio de bajón, con pseudodepresión.

Cuando me levantó, echo de menos como me seguía para que le diese el desayuno, cuando me asomó al comedor, el no verla tumbada en el sofá me da un pinchazo en el corazón, cuando escuchó un ruido, instintivamente pienso que es Kira caminando por el pasillo, o a veces miró a un lado de la mesa del ordenador, y el no verla tumbada a mi lado es duro…

Pero también recuerdo los buenos momentos, se lo dimos todo, y ella también nos lo dio, era la perra más buena del mundo, la más tranquila, la más cariñosa, la mejor compañera, quien siempre estaba a mi lado, con quien sonreía, y a quien daba unos mimos y cariños que siempre me agradecía, frotándose contra mi mano, como un mimosín.

Era la mejor perra del mundo, era Kira, y siempre la echaré de menos, siempre tendré su recuerdo y un lugar en mi corazón y en mi sentimiento.

Espero que allá donde este, sea tan feliz y tan buena como lo fue con nosotros…

Hoy se cumplen dos meses de su pérdida, y quería recordarla como merecía. Nunca te olvidaremos, Kira....

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Se me hizo un nudo en la garganta al leerte. Eres buena persona. Dále la oportunidad a otro perrito en memoria de Kira. Kira FOREVER!! Un muy cordial saludo.

C. Gerardo Perla

Roberto Cruz dijo...

Son criaturas muy especiales. Seguro que, allá donde esté, esta esperándote para que vuelvas a bajarla y volvais a estar juntos. Un abrazo muy fuerte, campeón!

naranjitowei dijo...

Es cierto, quien no ha tenido animales no puede saber hasta qué punto son uno más de la familia. Lo siento tío, reponte lo antes posible.