Un día como hoy, ya hace dos
meses, ocurrió un hecho que resultó muy duro para mí.
Mi perrita Kira, una Beagle de
siete años nos dejó, dejando un hueco difícil de cubrir realmente. Para quien
no me conoce, adoró a los animales, especialmente a los perros, soy de los que
no los consideran una simple mascota, para mí, son uno más de la familia, y
cuando los tengo a mi cuidado, los protejo, los cuido y los quiero como uno más.
Hay personas que no lo entienden, el que puedas tener ese cariño especial, el
tratarlos como si fuese uno más, el que no lo comprende, nunca ha disfrutado de
la compañía de un perro como compañero en tu casa, dan tanto cariño, tanto
amor, sin pedir nada más a cambio que se lo devuelvas.
He tenido varios perros, tres,
una perrita llamada Laica, mi queridísimo Rocky, que estuvo con nosotros nada
más y nada menos que diecisiete años, y que prácticamente creció conmigo y con
mi hermana, por lo que fue muy especial para nosotros, aunque tenía un carácter
un poco huraño, en especial con los extraños, pero le queríamos igual.
Cuando murió, por un tumor, fue
un golpe durísimo, el tener que llevarlo de urgencias al veterinario, por que
se nos iba, y ver cómo le ponían la inyección, y ver como se dormía, me dejó
tocado y tarde mucho tiempo en superarlo.
Después de esto, no quise tener
un perro de nuevo, por el momento, para no volver a sufrir, estaba demasiado
reciente, y tarde unos años en volver a tener uno, hasta que llegó Kira.
Kira era una perra que llegó a
nuestra casa casi de casualidad, la tenía una prima de mi madre, y no la podían
tener, por lo que nos la trajeron. Al principio me resistí, aún con el tiempo
pasado, el dolor aún seguía como un eco, pero finalmente acepté. Y desde un
primer instante vi que Kira era una perra especial, era buena, como ella sola,
no ladraba más que para que la sacases a pasear, era mimosa y juguetona, nunca
te gruñía, no hacia sus necesidades en casa, sólo en el balcón, y si la puerta
estaba cerrada, esperaba a que le abrieses.
Le gustaba buscar nuestro
contacto, solía dormir habitualmente en mi cama, en los pies de la misma o
incluso a veces me despertaba y estaba tumbada con la cabeza en la almohada
como si fuese una persona. Nunca olvidaré algunas de las veces que se te
tumbaba encima del pecho, y apoyaba su cabeza en mi brazo, y así se quedaba
dormida.
A pesar de que me cuesta, cuando
me quedaba solo en casa, yo la sacaba, y nunca me dio un problema. Pero la felicidad
a veces no dura siempre, y le descubrieron por casualidad un tumor que tenía. A
pesar de que era una operación cara, por ella, lo dimos todos y la operamos,
aparentemente se recuperó bien, pero a los pocos meses, se le reprodujo y esta
vez era difícilmente operable. Fue un golpe muy duro de nuevo, las lágrimas que
derramamos al saber que era cuestión de meses, de un año, igual dos, pero tenía
fecha de caducidad.
Pero el día a día te va haciendo
olvidar, aparentemente estaba bien, no parecía que estuviese mal, era la de siempre.
Hasta Junio, cuando llevaba unos días
sin comer y la llevamos al veterinario, y le diagnosticaron una anemia terrible
y que le estaba comenzando a fallar todo.
Le dieron una semana de vida, y
casi me derrumbó del todo, pero no me rendí, le dimos un medicamento que le podía
ayudar, le dimos de comer cinco veces al día para que tuviese fuerzas, y para
sorpresa de los propios veterinarios, que no se explicaban cómo, aguantó, y
aguantó, hasta diciembre, lucho con uñas y dientes, como una campeona, hasta
que no pudo más.
Un día dejo de comer, y solo se
tumbaba, se bajaba para ir a hacer sus necesidades, era tan buena, que ni
estando mala era capaz de hacérselo en el sofá o la cama.
Poco a poco vimos que se iba
apagando, lo intentamos todos, pero no había forma, y nuestra querida Kira, en
plena navidades, se bajó del sofá, se tumbó al lado de la estufa, y al rato,
expiró.
Dejándonos con una pena y un
dolor en el corazón desgarrador, no pude ver como se la llevaban, era demasiado
doloroso y lloré y lloré durante todo el día, y estuve unas semanas medio de
bajón, con pseudodepresión.
Cuando me levantó, echo de menos
como me seguía para que le diese el desayuno, cuando me asomó al comedor, el no
verla tumbada en el sofá me da un pinchazo en el corazón, cuando escuchó un
ruido, instintivamente pienso que es Kira caminando por el pasillo, o a veces
miró a un lado de la mesa del ordenador, y el no verla tumbada a mi lado es
duro…
Pero también recuerdo los buenos
momentos, se lo dimos todo, y ella también nos lo dio, era la perra más buena del
mundo, la más tranquila, la más cariñosa, la mejor compañera, quien siempre
estaba a mi lado, con quien sonreía, y a quien daba unos mimos y cariños que
siempre me agradecía, frotándose contra mi mano, como un mimosín.
Era la mejor perra del mundo, era
Kira, y siempre la echaré de menos, siempre tendré su recuerdo y un lugar en mi
corazón y en mi sentimiento.
Espero que allá donde este, sea
tan feliz y tan buena como lo fue con nosotros…
Hoy se cumplen dos meses de su
pérdida, y quería recordarla como merecía. Nunca te olvidaremos, Kira....
3 comentarios:
Se me hizo un nudo en la garganta al leerte. Eres buena persona. Dále la oportunidad a otro perrito en memoria de Kira. Kira FOREVER!! Un muy cordial saludo.
C. Gerardo Perla
Son criaturas muy especiales. Seguro que, allá donde esté, esta esperándote para que vuelvas a bajarla y volvais a estar juntos. Un abrazo muy fuerte, campeón!
Es cierto, quien no ha tenido animales no puede saber hasta qué punto son uno más de la familia. Lo siento tío, reponte lo antes posible.
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