Hasta hace unos añitos tenía otra gran afición que ahora tengo aparcada totalmente: Los juegos de rol. Durante al menos siete años jugaba regularmente todos los fines de semana, las tardes de los sábados y incluso algunas veces los domingos. Todo empezó cuando a nuestra pandilla llegó un ejemplar del juego del Señor de los Anillos publicado por Joc Internacional. Hasta entonces teníamos una vaga idea de que eran los juegos de rol (vamos, que no teníamos ni idea) y decidimos probarlo. En un principio, nos juntábamos seis personas en una casa, y jugábamos solo al Señor de los Anillos. En las primeras partidas, que eran de aprendizaje, recordare toda mi vida, como en una partida conspiramos todos antes de empezar para cargarnos al personaje de un colega. En el momento culminante, el elfo le disparó varias flechas, el beornida le lanzó la lanza y mi enano le cortó la cabeza (no hace falta decir que el colega no se lo tomó muy bien...). Esas eran algunas de las locuras que hacíamos en las primeras, pero poco a poco comenzamos a tomárnoslo más en serio y le fuimos pillando la onda, ampliando los horizontes de juegos: La Llamada de Cthulhu, Star Wars, Ragnarok, Mutantes en la Sombra y tantos otros fueron nuestros vehículos para dejar llevar nuestra imaginación al limite. Por mi parte, yo empecé a escribir y preparar aventuras y me hice master(director de juego) de varios juegos, entre los que estaban: La Llamada de Cthulhu, Ragnarok, Star Trek y Kult. En mi caso, yo le tomaba especialmente en serio, había aventuras que tardaba de quince días a un mes en prepararlas, documentándome, creando planos y accesorios varios( cartas, carteles, fragmentos de libros etc) y mis aventuras eran famosas por ser muy “literarias”, ya que yo llegaba a describir una veintena de folios para la mayoría de partidas y hacía descripciones de situaciones y personajes como si de una novela se tratase. Con el tiempo, formamos un club de rol al que bautizamos como los Hijos de Fuilcwian (por un personaje que salía en una de nuestras primeras partidas).
Teníamos nuestros estatutos, nuestra cuota mensual (con la que comprábamos material: Dados, papel, lápiz, suplementos y módulos etc) nuestros carnets y todo lo necesario para un club. Con el paso de los años, nos fuimos haciendo más amigos y fuimos creando una gran complicidad, nos unía una gran amistad, y el rol era algo que actuaba de pegamento para la misma. Guardo grandes recuerdos de esa época, como las 4 ediciones de nuestras 24 horas de rol, donde nos pasábamos un sábado por la tarde y por la noche jugando partidas y el cachondeo y demás estaba servido en ellas. Bocadillos, cerveza, grabaciones en video de las jornadas y hasta musicales, con un karaoke donde algo pasados de alcohol nos soltamos para grabar una cinta con algunas de nuestras canciones preferidas cantadas por nosotros mismos.. (las famosas Orujo Journeys), incluso llegamos a ser monitores en unas jornadas de rol (y hasta cobramos por ello! Una miseria, pero algo es algo), también recuerdo con nostalgia cuando nos liamos la manta a la cabeza y nos pusimos a crear nuestros propios juegos de rol (incluso pensábamos en presentarlos a editoriales) y por supuesto, el coleccionismo de las figuras de rol con las que jugábamos, miniaturas con las que representábamos a los personajes que llevábamos y los personajes secundarios de las partidas. Nos llegamos a aficionar a ellas y hasta nos las comprábamos por que nos gustaban, no solo para usarlas, más de uno del club pintaba sus propias figuras y todo.
Sin embargo, nada dura para siempre, y llegó un momento donde nos saturamos de rol, jugábamos todos los fines de semana y todos los festivos que teníamos y eso acabo quemándonos, por lo que un día dijimos de tomarnos un pequeño descanso de unos meses, para volver con las pilas cargadas... Ese descanso fue para siempre, intentamos volver a reunirnos para jugar de nuevo varias veces, pero ya nunca fue posible, la magia ya no era la misma y cada uno se fue por su lado. Los Hijos de Fuilcwian se disolvieron, pero el recuerdo de aquellos años permanecerá siempre en mí.
Teníamos nuestros estatutos, nuestra cuota mensual (con la que comprábamos material: Dados, papel, lápiz, suplementos y módulos etc) nuestros carnets y todo lo necesario para un club. Con el paso de los años, nos fuimos haciendo más amigos y fuimos creando una gran complicidad, nos unía una gran amistad, y el rol era algo que actuaba de pegamento para la misma. Guardo grandes recuerdos de esa época, como las 4 ediciones de nuestras 24 horas de rol, donde nos pasábamos un sábado por la tarde y por la noche jugando partidas y el cachondeo y demás estaba servido en ellas. Bocadillos, cerveza, grabaciones en video de las jornadas y hasta musicales, con un karaoke donde algo pasados de alcohol nos soltamos para grabar una cinta con algunas de nuestras canciones preferidas cantadas por nosotros mismos.. (las famosas Orujo Journeys), incluso llegamos a ser monitores en unas jornadas de rol (y hasta cobramos por ello! Una miseria, pero algo es algo), también recuerdo con nostalgia cuando nos liamos la manta a la cabeza y nos pusimos a crear nuestros propios juegos de rol (incluso pensábamos en presentarlos a editoriales) y por supuesto, el coleccionismo de las figuras de rol con las que jugábamos, miniaturas con las que representábamos a los personajes que llevábamos y los personajes secundarios de las partidas. Nos llegamos a aficionar a ellas y hasta nos las comprábamos por que nos gustaban, no solo para usarlas, más de uno del club pintaba sus propias figuras y todo.
Sin embargo, nada dura para siempre, y llegó un momento donde nos saturamos de rol, jugábamos todos los fines de semana y todos los festivos que teníamos y eso acabo quemándonos, por lo que un día dijimos de tomarnos un pequeño descanso de unos meses, para volver con las pilas cargadas... Ese descanso fue para siempre, intentamos volver a reunirnos para jugar de nuevo varias veces, pero ya nunca fue posible, la magia ya no era la misma y cada uno se fue por su lado. Los Hijos de Fuilcwian se disolvieron, pero el recuerdo de aquellos años permanecerá siempre en mí.
2 comentarios:
Bonito post. Yo no he tenido la experiencia de jugar a rol.
Hola Dr. Banner:
Las coincidencias en nuestras aficiones no acaba de sorprenderme. Mis partidas de rol también fueron memorables. Fueron un punto de unión más (aunque no el más frecuente ni el más importante) con la que ahora es mi mujer. Fue una forma de disparar mi creatividad que se ha continuado en la escritura y aunque cree varias historias el master por excelencia del grupo era un amigo que escenificaba estupendamente historias ya preparadas. Luego se metió a actor, yo a veces escribo, ya sabes. Y las nuestras también acabaron por saturación.
En fin, y además lo de las pelis de miedo. A ver si escribes algún comentario sobre una peli llamada "La ouija" que seguro que conoces.
Salu2!
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