domingo, diciembre 02, 2012

Segunda portada de Calavera Diablo para el Club de los Perdedores

El colega y pedazo de artista e ilustrador CalaveraDiablo, ha realizado esta maravilla para el nº2 de mi serie de Action Tales "El Club de los Perdedores", mostrando una de las escenas de la historia.
Coimo siempre, ha quedado de cine, una pasada. Es un lujo y un honor poder contar con un artista de su categoria.
 
Esta es la descripción del número y el texto del principio:
Descripción:
"Poco a poco se va desvelando el secreto y el horror que anida en Derry... El teniente Leydecker investiga el historial de muertes y desapariciones de la ciudad encontrandose más de una sorpresa, mientras Jack Bateman recibe una trágica llamada que le hace revivir una traumatica experiencia del pasado."
 
Principio del relato:
 
"Interludio: Convento de las hermanas de Ethain.
Las hermanas encontraron al hombre a las puertas del convento. Estaba envuelto en una capa de color oscuro y una capucha ocultaba su rostro. Sus ropas asemejaban rojas por la sangre que la manchaban. Dos hermanas le ayudaron a incorporarse y poco a poco le llevaron al interior del edificio. En cuanto hubo cruzado la puerta, unas carcajadas estruendosas llenaron el convento. Procedían del hombre, que como si ya se hubiese recuperado, se incorporo, apartando de un fuerte golpe a las asustadas hermanas.
Se aparto la capucha con sus delgadas manos, descubriendo un rostro desgastado, cuya vida parecia haber abandonado hacía mucho tiempo. Sus ojos brillaban con un fulgor rojizo y en ellos se podía ver una maldad y un odio que no parecía tener limites. Saco un cuchillo de su cinturón y acuchillo a las dos hermanas que le habían acompañado con una saña y una habilidad terribles. El resto de hermanas comenzaron a huir presas del pánico. Las puertas del convento se cerraron como por arte de magia, así como el resto de puertas y ventanas del lugar. El Hombre de negro no paraba de reír, dando a entender que todo lo que estaba ocurriendo era muy divertido, sin embargo, la risa parecía más un crujido de huesos astillándose que algo emitido por una persona.
Las mujeres santas gritaron al ver como unas llamas surgían de la nada y comenzaban a extenderse por todo el recinto. Las mujeres golpeaban las puertas y los muros desesperadas por salir y huir del incendio que consumía el lugar.
En poco tiempo las llamas habían dado buena cuenta del convento, quedando solo un montón de cenizas y ruinas abrasadas. Algo se movió entre los restos del edificio, una figura que emergió de las cenizas y de las llamas. Una nube negra rodeo a la figura, dejando un rastro de plumas de color negro. Eran cientos y cientos de cuervos negros como la noche. El Hombre de negro extendió los brazos y su rostro asemejo una sombra donde solo se distinguían sus ojos rojos y una sonrisa llena de dientes afilados como cuchillas...
La hermana Charlene se despertó gritando. Las sabanas estaban pegadas a su esbelto cuerpo. La pesadilla había sido tan real...
Se levanto y tras vestirse y ponerse los hábitos, rezo una plegaria a Jesús Hombre, como hacía cada mañana. Miró por la ventana y vio a las hermanas de aquí para allá, ocupadas en las labores diarias. Respiro tranquila, casi esperaba verlas quemadas y abrasadas por las llamas. Su corazón estaba aliviado de ver que la pesadilla había sido eso, solo una pesadilla. Eran tiempos extraños los que les había tocado vivir, eso es siempre lo que les decía la hermana superiora. “El Mundo se ha movido” decía. “Ya no es lo que era desde que la estirpe de Eld y los Pistoleros patrullaban todas las baronías". Charlene no había sabido de los Pistoleros nada más que a través de las historias de la Madre superiora y de alguna de las hermanas de más edad. Algunas hermanas dudaban si quiera de que alguna vez hubiesen existido. Solo eran leyendas y historias que contar frente a la chimenea en las frías noches de invierno. Se introdujo en el comedor intentando no pensar en los crueles y inhumanos ojos del Hombre de negro.
6
Reflexiones del Teniente Leydecker
En sus años de servicio, el teniente John Leydecker había visto absolutamente de todo. Incluso en una pequeña y aparentemente tranquila ciudad como Derry. Pero la muerte de Tom Bateman se llevaba sin duda el premio gordo a aberraciones y muertes macabras. Hacía una hora que se habían llevado el cuerpo del dueño del Hotel Bateman. O más bien lo que quedaba de él. Según los primeros exámenes, parecía haber sido devorado por algún tipo de animal o animales. El forense aún no concluía en ninguna hipótesis, y Leydecker le olía que no le iba a gustar, sea cual fuese la respuesta a la muerte de Bateman."
 
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